Playa Blanca está en una isla llamada Barú a la cual se llega en una hora de lancha desde Cartagena o también en Bus via terrestre.

Si algo me tenía emocionada de mi primer viaje a Colombia en 2015, era que iba a conocer por primera vez el Mar Caribe.

Partiendo hacia Isla Barú

Llegó el día y con mi mochila y el chaleco salvavidas ya puesto me subí y pensé, “que estas aguas me sorprendan”.

Ya de camino a la isla, iba completamente hipnotizada, desconectada de absolutamente todo y admirando esas aguas entre azules, verdes y turquesas, que van oscilando entre esos tonos todo el tiempo.

El Caribe tiene eso, la capacidad de captar la mirada y hacer que puedas pasar el trayecto entero mirando hacia lo profundo y pensando, “no puede ser mejor”, pero lo es.

Ya llegando a Isla Barú, se empiezan a ver los botes anclados cerca de la orilla, los paradores, hospedajes y bares. La mayoría de los lugares tienen techos de paja y construcciones rústicas de madera. Apenas se pone un pie ahí se entra en el ambiente caribeño.

Nota clave: Lo más recomendable es caminar un poco lejos hacia la izquierda para escapar “del centro” del lugar, y así encontrarse con un espacio más tranquilo, ya que allí al llegar se siente la intensidad de varios vendedores…pero no deja de ser un lugar hermoso!

Primer baño en aguas turquezas

No veía la hora de nadar en las aguas del Mar Caribe ¿serían como me habían contado? Apenas me instalé y dejé mis cosas en la habitación, no lo pensé dos veces y crucé los escasos metros que separaban el parador del mar y me di mi primer chapuzón….no era como me lo había imaginado, era aún mejor!

Un baño en esas cálidas aguas turquesas, hace que la ida a Playa Blanca ya valga la pena. Pero aún se puede hacer mucho más. Desde las primeras horas de la mañana hasta un poco antes del atardecer, por la playa circula bastante gente.


Algunos viajeros que vienen por un día se bajan y se suben constantemente a los barcos que los aguardan en la orilla.

Cuando se empieza a retirar el sol en Playa Blanca

Luego del atardecer, la playa empieza a quedar cada vez más desierta y es ahí cuando comienza el verdadero encanto. La puesta del sol es alucinante y el anochecer lo es aún más.

Ya no está tan alta la música de los paradores, algunos de ellos comienzan a cerrar y ahí se puede entrar en contacto real con el mar, su sonido y su inmensidad.

El ruido de las olas es como una música de fondo constante, con la que uno se duerme y se levanta cada día.

Si bien Playa Blanca es hermosa siempre, la noche tiene un encanto especial. Ahí la conexión con la naturaleza es total, hay poca luz, más silencio y lo mejor de todo es que el agua sigue estando ideal para un baño nocturno.

Nunca había nadado en el mar durante la noche y es una experiencia increíble. Es una mezcla de libertad, calma total, sentirse inmerso en esas aguas, ahora completamente oscuras, es alucinante.

Un mundo paralelo, que hay que saber cómo disfrutarlo

Este lugar es ideal para aquellos que busquen relajarse, estar en contacto con la naturaleza. También se puede hacer actividades como snorkel, buceo, usar motos de agua e incluso recostarse y recibir unos masajes descontracturantes que es de lo que más suelen ofrecer los vendedores del lugar: masajes y trenzas.

Pero hay que saber cómo disfrutarlo. Con los años se ha ido volviendo cada vez más concurrido, ha tenido algunos conflictos turísticos, y es clave conocer de antemano varias cosas antes de ir 🙂

Otro comentario clave: no estoy afin con las motos de agua o similares ya que rompen con la calma del sitio y contaminan el agua. La verdad es que por momentos estas motos y lanchas se tornan molestas y lo mejor es alejarse de donde están.

Lamentablemente los servicios allí son muy rústicos y eso hay que tenerlo en cuenta antes de ir. Si vas a buscar lujos y confort…no es el sitio indicado…

Un paraíso literal, que como mencioné, hay que saber cómo vivirlo…


La imagen que más recuerdo de este lugar, es la que contemplé desde el balcón de madera del lugar en el cual nos hospedamos, un parador rústico de madera con todas las comodidades necesarias para pasarla de la mejor manera.

Para terminar, la frutilla de la torta, es la experiencia de aguas con bioluminiscencia que vivimos en la noche…una vivencia de otro planeta. Tirarse a nadar en el agua de noche y ver prenderse luces de colores al mover los brazos es mágico.

Allí luego de levantarme con el ruido de las olas como despertador, completamente relajada, salí, miré esas aguas y pensé ¡qué increíble que sos Colombia!

¿Te gustó conocer sobre Playa Blanca?
Este es uno de los destinos que visitamos en nuestro viaje en grupo “Colombia al Máximo”