Los viajes son algo tan maravilloso, que siempre hay algo para decir sobre ellos. Un viaje nos transforma no solamente durante el mismo, genera cambios que perduran para siempre. 

Me gusta pensar a los viajes como un despertar o un renacer. ¿Cuántas veces han escuchado a alguien decir, “ya no soy el mismo después de haber viajado”? Me animo a decir, que cada uno de nosotros tiene muchos aspectos internos a descubrir y ciertas facetas que aún no han despertado, probablemente porque no les hemos dado el tiempo necesario.

Estamos tan acelerados y con la cabeza puesta en las exigencias de la vida cotidiana, que por momentos nos perdemos de hacer esa mirada hacia el interior y preguntarnos ¿cómo me siento hoy? ¿estoy dónde quiero estar?

Así como nos asomamos por la ventana de un avión para contemplar un paisaje, podemos observar hacia dentro de nosotros mismos.

Quienes ya han viajado, conocerán esa emoción que suele estar presente en cada nueva aventura. Esa adrenalina difícil de describir cuando pisamos un suelo extranjero en el cual nos esperan demasiadas sorpresas 🙂

Viajar es mucho más que moverse de un lugar a otro

No solamente nos muestra nuevas culturas, gente increíble y paisajes alucinantes. Siendo lo suficientemente receptivos, podremos captar nuevas señales constantemente. Los cambios suceden frente a lo nuevo, a lo que nos hace comportarnos diferente, poniendo en juego lo que hemos aprendido.

¿Cómo podremos saber si seríamos capaces de tener una charla con alguien que habla otro idioma, si nunca lo hemos intentado? Y como este, mucho otros ejemplos.

Me pasó en un hostel en Cartagena, en el cual estuve sola dos días y los compartí con viajeros de Francia, Inglaterra, Colombia y México, esos momentos quedan en mí para siempre y lo mejor es saber que tienes un amigo para visitar en otros lugares del mundo. 

Los condimentos indispensables son la curiosidad, soltar los prejuicios y animarse 🙂

¿Por qué viajamos?

En varias ocasiones les he preguntado a las personas ¿por qué decidiste hacer este viaje? Las respuesta en su inmensa mayoría fueron, “para ampliar mis perspectivas”, “para conocerme a mí mismo y a los demás”, “para salir de la rutina”.

Personalmente, algo en mi interior me indicaba que había mucho más allí afuera esperando a ser descubierto y esa sensación es imparable. Es como sentir hambre y saber que falta mucho tiempo para comer…no puedes pensar en otra cosa 🙂

Así me sentí antes de hacer mi primer viaje que entre otros destinos incluía el Salar de Uyuni, uno de los lugares más alucinantes que he visto y donde más me desconecté de todo, para conectar conmigo misma 🙂

Si esa sensación surgió dentro tuyo, seguramente me entenderás. Se manifiesta a través de las ganas de dejar atrás lo seguro para correr atrás de lo “imposible”, porque eso ya no te resulta tan descabellado. En definitiva, lo imposible, ya no lo es tanto. Es cuestión de creer en uno mismo.

Despertar

Si alguna vez sentiste que aparentemente lo tenías todo, pero no te resultaba suficiente y esa inquietud dentro tuyo no se iba, o empezaste a darte cuenta de que la felicidad está en las pequeñas cosas de todos los días como poder ver un atardecer irrepetible, probar una comida deliciosa y tener una charla profunda con alguien que no conoces, si te diste cuenta de que lo único que nos quedan son los recuerdos.

Te hago esta pregunta… ¿Crees que cuando vuelvas a la rutina después de un viaje probablemente ya no serás el mismo?   ¡Bienvenido has despertado!

Si aún sentís que eso no te pasó pero algo te mueve, te invitamos a animarte, cuando lo sientas. La propuesta está y las ganas también ¿Qué estás esperando? 🙂